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Con la Suite colombiana número 2, de Gentil Mon-
taña, la guitarra de Miguel Ángel Velasco dio paso
a melodías más populares en las que coexisten una
gran variedad de ritmos, al igual que en Hommage à
Villa-Lobos, de Roland Dyens, en el que convergen
sonidos propios del jazz, rock y metal.
Cielo abierto, del argentino Quique Sinesi, fun-
gió como ejemplo del candombe, ritmo exclusivo de
tambores en el que hace un ostinato, es decir, una
sucesión de compases con una secuencia de notas de
las que una o varias se repiten exactamente en cada
compás, explotando las virtudes del instrumento.
El aplauso más ensordecedor del respetable llegó Alberto Tláhuetl, con la cuales demostró su talento
con un par de adaptaciones propias de las cumbias como músico y la versatilidad del instrumento de
El sirenito, de Rigo Tovar, y El paso del gigante, de sus amores, la guitarra.
Ser autocrítico y cambiar
los paradigmas: El Mastuerzo
de los presentes a ritmo de “La mamá de Tarzán”, de-
dicada a los “prepotentes que usan el poder para apro-
vecharse de los demás”, por lo que los invitó realizar
“la onomatopeya plap, plap, plap”, así comenzaron
a aplaudir con ese ritmo rocanrolero que los hizo
sonreír y al mismo tiempo reflexionar, para exhor-
tarlos al final de la canción a ser autocríticos ante la
vida, pero siempre estudiando, pensando en
lo que hacen, “intentando cambiar los pa-
radigmas que a veces están anquilosados”.
En ese tenor, compartió un pensamiento:
“No sé si lo viví o sólo fue un sueño. Los
jóvenes tomaban la ciudad, el barrio, el
campo, su vida en sus manos, ya nun-
ca la dejaban, ya nunca la dejaban”.
Las letras de sus canciones iban de lo ro-
mántico a lo social y de lo cotidiano
n sombrero, una guitarra y las ganas de
decir lo que piensa son las herramientas que
UFrancisco Barrios, también conocido como
El Mastuerzo, utilizó para dedicar sus composicio-
nes a las personas que luchan diario en el trabajo,
a los estudiantes que saben que el conocimiento es
importante, a los jóvenes que perdieron la vida en
los terremotos y a todos aquellos que desean un
mundo feliz, justo y esperanzador.
Antes de mediodía del 18 de abril, los Bachilleres
del Plantel 13 Xochimilco-Tepepan “Quirino Men-
doza y Cortés” esperaban al invitado del cartel en
la entrada el recinto, no sin antes escuchar al grupo
Día de Muertos, que abrió el espacio en los Con-
ciertos Didácticos de la institución, ejecutando tres
melodías con bajo y batería.
Bajo la techumbre verde, quien fue integrante de
aquel grupo de los noventa, Botellita de Jerez, eje-
cutó canciones de su autoría e hizo sonar las palmas
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