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a la naturaleza, con la esperanza de seguir vivien-
do, lo cual se muestra en sus letras: “Yo soy un
pájaro cantor. Yo soy uno de esos. Por las mañanas
cuando sale el Sol, se sorprende de seguir vivien-
do”, pues para él, señaló, lo importante es vivir, así
de sencillo; y en ese pensar en uno mismo es nece-
saria la solidaridad con el otro, con quien carga a
cuestas sus batallas y que si bien no es posible resol-
verlas, sí se le puede decir: “Dame la mano, carnal,
hay un chorrito de luz aquí; vamos a darnos la
mano”. Dentro de esa realidad, cumplir años está
muy bien, aunque aceptó que no le gusta la canción
de Las mañanitas, y ante ello cantó con el humor
negro que lo caracteriza: “Un día menos de vida,
no hay nada qué festejar; levántate, levántate”. Y
con todo, El Mastuerzo invita a través de sus com-
posiciones a aprender a ir solo en la vida como la
forma de vernos a nosotros mismos y enfrentarnos
bajo la lente del conocimiento: “No viajo con más
compañía que con mis pensamientos”.
Alrededor del cantante decenas de alumnos y algu-
nos profesores con celulares propiciaron un ambiente
fraterno en un caluroso día. Al despedirse comen-
zaron a corear “¡Otra. Otra!”, no se hizo del rogar
e interpretó una canción que compuso para una de
sus hijas cuando era pequeña: “Niña, niña de mis
ojos, qué voy a hacer si nada encuentro a mi favor.
Niña de mis ojos, qué voy a hacer para cambiar todo
a mi alrededor. Todos me ven como rebelde, mas soy
igual a los demás”. Para despedirse deseó que en
todas las escuelas se abran estos espacios, los Con-
ciertos Didácticos, porque permite nuevas formas
de apreciar la vida.
Rock para los lobos grises
quí corrió puro gusto por la música, cuerpos
moviéndose al son que les tocaran, bastó
Acon la energía y jovialidad de los Bachilleres
y los decibeles en vivo de las tres bandas invitadas
al Plantel 4 Culhuacán “Lázaro Cárdenas” para
hacer aullar de júbilo a los lobos grises que presen-
ciaron su recital, el 20 de abril.
“¿Quién va a tocar? ¿El Buki?”, cuestionó un jo-
ven mientras los técnicos terminaban de montar los
instrumentos musicales y hacían el soundcheck. Su
sorpresa fue mayúscula cuando la primera banda
arribó al escenario al aire libre que se instaló en el
estacionamiento del plantel. Dos guitarras, un bajo,
un sintetizador y una batería arroparon la potente
voz de Rosan Sashida para dar a conocer su pro-
puesta alternativa a la comunidad Bachiller, con el
nombre de Rosk.
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